Gonzalo es un niño, que a pesar de su corta edad (7 años), vivió algunos de ellos en un hogar en tránsito, luego es adoptado junto con su hermano, pero pasan muchos años hasta que se definen los aspectos legales que le darán la seguridad de un hogar definitivo.
En la escuela, les dan a los chicos un libro de regalo. La maestra empieza a comentar al respecto y luego cada uno en su cuaderno, arma una noticia contando este acontecimiento, con título, foto (dibujo) y epígrafe. Gonzalo logra hacer su tarea sin dificultad.
En el grupo en que se sienta, y que fue armado para esta ocasión, todos trabajan en forma individual, aunque se prestan sus cosas e intentan conversar sobre lo que están haciendo.
En un momento Gonzalo se da cuenta que no tiene un color que necesita, y sin decir palabra, un compañero se lo cede.
Noto que todas sus cosas están en la mochila y desde allí va sacando de a una para usarla y volver a meterla. Le digo entonces, como al pasar:
- Viste que bueno Gon!! Acá en esta escuela, tenemos amiguitos con los que poder prestarnos cosas, es decir, las damos y después nos las devuelven.
Me mira y extiende el lápiz al nene que tiene en frente, quién al no entender que sucede, me mira sin tomarlo.
- Hay que esperar a que lo necesite. Hay que esperar a que lo pida. Mirá. Fijate. En esta escuela, todos tienen las cosas arriba del banco, ves... no pasa nada, se pueden dejar sin problemas.
Me mira, mira alrededor, y volviendo a mirarme, me dice:
- Ah!! gracias...
Con gesto de alivio, saca su cartuchera fuera de la mochila, la deja sobre el banco, y continúa trabajando, a la vez que comienza a compartir los colores y alguna que otra palabra con sus compañeros nuevos...
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