Las estrategias de trabajo estaban orientadas a que pudiera reconocer que había algo del otro que necesitaba, algo que le hacía falta, algo que no sabía...
Cuando me llamaba, no aceptaba ayuda. Me llamaba para disponer despóticamente de mi voluntad. Intervengo en ese sentido.Escena 1:
ES dificultoso el acercamiento a Damián.
Mira lo que tengo pero no pide nada.
Observo que le gustan las galletitas óreo. Compro un paquete. Lo llevo. Me las pongo en el bolsillo de modo que él las vea.Me piden galletitas todos los niños, menos él.
Me siento mal conmigo misma, decepcionada...
Al retirarme de la sala, casi sin pensar, me como una pastilla de mentol. Para mi sorpresa, me pide una. Le digo que si... pero que pican mucho.- "A mí no me pican" - dice, y se la come.
Cuando me doy vuelta, se la saca de la boca y la tira.
Escena2:
Le sugiero que cuando necesite ayuda, puede llamarme. Lo hace golpeando la mesa. Acudo en un principio a su "golpe - grito".
- Pasame los lápices que te pido. Si no tienen punta vos se la sacás.
Acepto este lugar de servidumbre al que en un principio me somete, para en un segundo momento decir:
- Llamame de otra manera... no con golpes en la mesa.
- Profe, venís?... Sacame punta a este lápiz.
- No soy una "Maestra - Sacapuntas", me gustaría ayudarte a leer.
- Ya se leer y escribir!!!. Sé todo!!- Entonces no me llames. Le respondo.
Escena 3:
Me pregunto qué necesita de mí dentro del aula?. Si cuando la maestra va a borrar, él se apura a terminar. Si responde a sus límites...
Si ya no hay episodios de desorganización graves o que no puedan acotarse...
Estas cuestiones producen como efecto el surgimiento de mi duda acerca de si Damián sabe leer, si puede escribir.Me sorprendo diciendo en reiteradas ocasiones: "Dale, copiá".
Me pienso atrapada en la misma violencia especular a la que Damián responde en ese intento de querer copiar.
Decido sacarlo del grado un rato, no ya para jugar como lo venía haciendo, sino para hacer en otro espacio la tarea propuesta por la docente.
Es la estrategia que se me ocurre para sustraerme a esa lógica especular que imanta mis intervenciones.Vamos a la sala de música. Yo llevo su cuaderno y una hoja blanca. Le pido que me haga un dibujo en la hoja. Dice que quiere hacer un avión para jugar y ahí va a dibujar ventanas. Acepto, pero le pido que después haga un dibujo en mi agenda.
Dibuja un nene.
Le pido que escriba la palabra "avión".
Por primera vez me dice: "Yo no sé escribir".Si bien el alumno no muestra necesitarme, pareciera que el sujeto sí.
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