domingo, 20 de septiembre de 2009

¿Qué nota es esta?


Después de un tiempo de trabajo juntos, en el que ya podía incluirse en el aula y trabajar de a ratos en su cuaderno, Jerónimo recibe su boletín de calificaciones.

Enojado, inquieto y a punto del estallido, me pide salir del aula. Después de varios rodeos, lograr preguntar:
- Pero, Se, qué es un Regular?
- Un regular es una buena nota, está bien - Respondo.
- Si, pero no es como "bueno" y "muy bueno", no?
- No, pero un regular es un "casi" bueno.
- "Casi bueno"?
- Si, quiere decir, que solo faltó un poquito para el "bueno".
- Ah!... entonces... no está tan mal.
Está mejor...

"Puedes irte... Ya hay quién me quiera..."



"Penúltimo día"

Pablo intenta algunos mecanismos del año anterior tales como: arrebatar objetos de sus compañeros, sacar figuritas cuando debe hacer la tarea etc. Pero responde al punto de detención que le ofrecemos tanto la docente como yo. Deja de hacer aquello que señalamos como inoportuno.
Realiza todas las actividades que la maestra de grado organiza, usando su libro de lectura y realizando las actividades de forma autónoma.
Al repetir que el viernes es el último día que vengo, Pablo me dice:


- ¿Irás al paseo?
- Si, le contesto. Entonces agrega...

- Bueno, entonces... estoy preparado.


"Último día"

Mientras realiza un dibujo, con un texto, me pide que me siente a su lado (hacía mucho tiempo que no lo solicitaba). El texto, adentro de un corazón enorme, dice lo siguiente:

"Seño, a partir de hoy, me enseñas muchas cosas,
a multiplicar, y ya se porque,
me das mucha tarea,
porque nos querés"


Luego hace un dibujo de un chico y escribe: " Yo, Pablo"
Se lo entrega a la maestra, y la abraza.




"Ser" y "tener"... Una relación en lo vital.

Gonzalo es un niño, que a pesar de su corta edad (7 años), vivió algunos de ellos en un hogar en tránsito, luego es adoptado junto con su hermano, pero pasan muchos años hasta que se definen los aspectos legales que le darán la seguridad de un hogar definitivo.

En la escuela, les dan a los chicos un libro de regalo. La maestra empieza a comentar al respecto y luego cada uno en su cuaderno, arma una noticia contando este acontecimiento, con título, foto (dibujo) y epígrafe. Gonzalo logra hacer su tarea sin dificultad.
En el grupo en que se sienta, y que fue armado para esta ocasión, todos trabajan en forma individual, aunque se prestan sus cosas e intentan conversar sobre lo que están haciendo.
En un momento Gonzalo se da cuenta que no tiene un color que necesita, y sin decir palabra, un compañero se lo cede.
Noto que todas sus cosas están en la mochila y desde allí va sacando de a una para usarla y volver a meterla. Le digo entonces, como al pasar:

- Viste que bueno Gon!! Acá en esta escuela, tenemos amiguitos con los que poder prestarnos cosas, es decir, las damos y después nos las devuelven.

Me mira y extiende el lápiz al nene que tiene en frente, quién al no entender que sucede, me mira sin tomarlo.

- Hay que esperar a que lo necesite. Hay que esperar a que lo pida. Mirá. Fijate. En esta escuela, todos tienen las cosas arriba del banco, ves... no pasa nada, se pueden dejar sin problemas.

Me mira, mira alrededor, y volviendo a mirarme, me dice:

- Ah!! gracias...

Con gesto de alivio, saca su cartuchera fuera de la mochila, la deja sobre el banco, y continúa trabajando, a la vez que comienza a compartir los colores y alguna que otra palabra con sus compañeros nuevos...

Te cuido de mi mismo


Andrés es un niño de 1er. grado al que le cuesta controlarse. Ante la menor contrariedad, golpea violentamente a pares, y a veces, también a alguna docente.
Muy interesado en aprender, le encantan los libros. Solemos trabajar juntos en la biblioteca.
Un día, estamos leyendo en el piso de la biblioteca, un libro enorme: " El atlas de los niños". Lo dejamos a un costado y empezamos a trabajar en la tarea que consistía en pintar unas manzanas en el libro de clases. Comienza a trabajar y enseguida intenta rayar con el marcador mi guardapolvo. Le digo: "No!" con firmeza y tranquila, lo que le provoca que revolee el marcador por el aire e intente golpearme. Pero, al instante siguiente, toma el gran libro que estaba a un costado, me lo entrega para que lo sostenga sobre mi cabeza y exclama: "Es tu escudo" y comienza a dar allí golpes de puño controlados.
A partir de ese día los episodios de descontrol se fueron espaciando.

La que me traiba.... Quién?


Ezequiel, 1er. grado.
Con M.A.P. desde fines de abril, dos veces por semana, hasta fin de año.
Luego de una evaluación, Gabinete Central sugiere que lo mas adecuado para este niño sería cambiar de modalidad escolar, en principio, temporalmente.
A mediados de marzo del año siguiente, decido llamar por teléfono a la casa, interesada por la situación del niño. Converso con la abuela, quién se muestra muy agradecida y relata que justo al día siguiente Ezequiel empezaría en su nueva escuela. Le pido que me pase con el niño, si es que quiere hablar.



MAP: ¡Hola!
E: Hola.
MAP: ¡Ezequiel...! Cómo estás? Soy GAbriela, que iba a tu escuela el año pasado y trabajabamos juntos... Te acordás de mí?

E: Cuál.... La que me "traiba" (sic.) la masa?
MAP: ¡Si esa! . Respondo muy contenta.

E: No, no me acuerdo....






Ojo!!! Soy el imposible...

Franco, 2do. grado.

El día que me presento en la escuela, Franco el niño por el cual fui convocada como MAP, no se encuentra en la sala, pero al ver que yo, una persona no identificable por él ingresa a la misma, se acerca e intenta compartir ese momento de presentación con el grupo. Sus compañeros inmediatamente lo ponen en evidencia, manifestando que él siempre se va de la sala e intentan describir las escenas de desborde que suele hacer.
Rápidamente responde reproduciendo la actitud de fuga. Vuelve rápidamente porque está muy interesado en escuchar mi propuesta, saber quién soy y a que vengo.
Se queja repetidas veces de dolores - de panza, de muelas - reclama toda la atención de su maestro. El docente intenta calmarlo. Franco reacciona pateándole las piernas. Me acerco para interceder en la escena intentando interrumpirla. Le pregunto que le pasa, si lo puedo ayudar. Lo tomo de la mano y pronto aparece en su discurso esa tendencia a "hacerse rechazar" a la que hacía referencia el informe inicial de la escuela.
Dice: ¡¡Vos no sabés quién soy!! ... No sabés de lo que soy capaz de hacer!!!... Ninguna maestra pudo conmigo!!!!.
Puedo ver en la mirada de Franco el temor ante mi presencia, escondido detrás de tanta provocación.
Le contesto: "Vos tampoco sabés quién soy yo, y de lo que soy capaz!!!. Pero yo soy grande, y se que es lo que te puedo dejar hacer y lo que no".
Franco se tranquiliza, (aparentemente).

Pasa un compañero que le dice que vuelva a la sala. Franco hace el gesto de que va a pegarle y lo insulta violentamente. Intento tranquilizarlo y me dice que lo que pasa es que está nervioso y que tiene ganas de pegarle a alguien.
Con un gesto, que reconozco como sobreactuado, me dice: "Mirá, me voy a matar a mi mismo". Hace de cuenta que se va a tirar por la baranda del primer piso.
Realmente me asusto y le digo fuerte: "Pavadas no!!". Él me responde: "Pavadas, si!!".
Le recuerdo lo que le dije antes: " Te dije que yo se que es lo que te puedo dejar hacer y qué no". Me responde: " Bueno... era un chiste!..."
Franco no vuelve a repetir esta escena, que según su informe inicial, había desplegado en otras oportunidades.

"Tú tienes lo que necesito"



Damián, 7 años, 1er. grado

Las estrategias de trabajo estaban orientadas a que pudiera reconocer que había algo del otro que necesitaba, algo que le hacía falta, algo que no sabía...
Cuando me llamaba, no aceptaba ayuda. Me llamaba para disponer despóticamente de mi voluntad. Intervengo en ese sentido.Escena 1:

ES dificultoso el acercamiento a Damián.
Mira lo que tengo pero no pide nada.
Observo que le gustan las galletitas óreo. Compro un paquete. Lo llevo. Me las pongo en el bolsillo de modo que él las vea.Me piden galletitas todos los niños, menos él.
Me siento mal conmigo misma, decepcionada...
Al retirarme de la sala, casi sin pensar, me como una pastilla de mentol. Para mi sorpresa, me pide una. Le digo que si... pero que pican mucho.- "A mí no me pican" - dice, y se la come.
Cuando me doy vuelta, se la saca de la boca y la tira.
Escena2:
Le sugiero que cuando necesite ayuda, puede llamarme. Lo hace golpeando la mesa. Acudo en un principio a su "golpe - grito".
- Pasame los lápices que te pido. Si no tienen punta vos se la sacás.

Acepto este lugar de servidumbre al que en un principio me somete, para en un segundo momento decir:
- Llamame de otra manera... no con golpes en la mesa.
- Profe, venís?... Sacame punta a este lápiz.
- No soy una "Maestra - Sacapuntas", me gustaría ayudarte a leer.
- Ya se leer y escribir!!!. Sé todo!!- Entonces no me llames. Le respondo.
Escena 3:
Me pregunto qué necesita de mí dentro del aula?. Si cuando la maestra va a borrar, él se apura a terminar. Si responde a sus límites...
Si ya no hay episodios de desorganización graves o que no puedan acotarse...
Estas cuestiones producen como efecto el surgimiento de mi duda acerca de si Damián sabe leer, si puede escribir.Me sorprendo diciendo en reiteradas ocasiones: "Dale, copiá".
Me pienso atrapada en la misma violencia especular a la que Damián responde en ese intento de querer copiar.
Decido sacarlo del grado un rato, no ya para jugar como lo venía haciendo, sino para hacer en otro espacio la tarea propuesta por la docente.
Es la estrategia que se me ocurre para sustraerme a esa lógica especular que imanta mis intervenciones.Vamos a la sala de música. Yo llevo su cuaderno y una hoja blanca. Le pido que me haga un dibujo en la hoja. Dice que quiere hacer un avión para jugar y ahí va a dibujar ventanas. Acepto, pero le pido que después haga un dibujo en mi agenda.
Dibuja un nene.
Le pido que escriba la palabra "avión".
Por primera vez me dice: "Yo no sé escribir".Si bien el alumno no muestra necesitarme, pareciera que el sujeto sí.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Las hace ud. o son de tarea?

La maestra está explicando las cuentas que ha dado como tarea, en el pizarrón.

Uno de los niños, (de 8 años) quien tiene una madre demasiado cuidadosa, le dice a su maestra:
- "si usted las hace todas qué nos queda"?!

Map antiaburrimiento!


Un niño de ocho, llama a la map, al año siguiente de una intervención.
Le pide si puede volver a acompañarlo porque tiene problemas.
La map preocupada, le pregunta qué le pasa y él contesta:
- En los recreos me aburro!!!.

Cuerpos... Qué cuerpos?

Durante la clase de Matemáticas, los chicos de 5to. grado, junto con el docente trabajaban en geometría.

Una nena de 10 años, a quién la MAP estaba acompañando, le dice:
- "Se me perdió la hoja de los cuerpos...!"

Ella me quiere!!!

Carlos no logra engancharse ni responder al acercamiento de los otros.
Ni de adultos ni de sus compañeros. Se mantiene aislado, solo, tirado o deambulando.

En frecuentes charlas con la docente, voy introduciendo alguna pregunta:
- ¿Qué pasaría si Carlitos es convocado a participar con mas frecuencia?. Aún cuando sabemos que no puede responder...
La respuesta positiva de la docente fue inmediata. Preguntas dirigidas a él, hacerlo pasar al pizarrón...
- ¿Qué pasaría si se le pidiera otra postura cuando están en ronda, que no se quede tirado en el piso?. No tomando así como algo natural y aceptable para él, esa actitud de desparramarse y dejarse estar. Yo hago una parte, pero desde ella, tendría otro valor, le aclaro.
También esto empieza a instalarse aunque siento que cuesta un poco mas... A veces la maestra se lo indica: "sentate como todos los chicos"... "Carlos, ponete en la ronda!"... "Basta ya, terminó, guardá"...

Algunas veces, ayudo con algún gesto o mirada que cruzamos. Otras intervengo: "Carlitos, tu seño dijo algo, no lo estás haciendo, se va a enojar"...
En esas ocasiones, viene hacia mí y en secreto, al oido, me dice:
- "Ella me quiere".
- Si!, Ella te quiere... pero igual se puede enojar.

Al participar en el pizarrón dibujando el grupo de letras que forman la palabra martes (¿Por primera vez?) me dice:
- Viste cómo escribí!!!!! Te quiero mucho...

En el momento de la merienda juega a armar rompecabezas con las galletitas partidas.
- ¿Qué hay acá?, Un nombre!!
- Es la marca de la galletita.
- Lo hizo la seño?
- No quiero comer un nombre!

Luego haciéndole caso a su Maestra que lo invita a merendar, dice:
- Me voy a comer un nombre...!

Mantiene su interés en usar y jugar con las letras, escribir. Así es, que cuando tenían que dibujar sobre actividades y paseos realizados en vacaciones de invierno, Carlos iba y venía del pizarrón a su mesa copiando letras de palabras escritas por la maestra.
A la semana siguiente, segunda después de las vacaciones, la maestra me comenta que por primera vez, Carlos escribió su nombre, y que al día siguiente copió nombre y apellido y también dibujó montañas y un caballo en la tarjeta de invitación a la celebración de San MArtín.
La mamá no lo podía creer!!!... Cuenta la maestra emocionada.

"El trasero cantarín""

El post comedor se realizó en el gimnasio porque llovía.
Martina estaba muy alterada, golpeando a un par de chicos que se acercaron. Se burló de la maestra de turno, que los cuidaba, quien comenzaba a perder la paciencia, frente a la mirada desafiante de la niñita.
Cuando trato de hablar con ella, para ver qué le pasa, dice: "Me importa un trasero!! (a los gritos). La miro pensando qué hacer y nuevamente a los gritos, larga un "Yo hago lo que se me canta el culo". Entonces hago una sonrisa pícara y le digo, despacito, medio riéndome: "No sabía que tenías un culo que canta".
Se empezó a reír, paró la locura. Cambió la escena.

Una mutación equivocada.

En mi diccionario, dice que mutación se llama a cualquiera de las perspectivas que se forman en el teatro variando el telón y los bastidores, para cambiar la escena de la representación.

En ciertos momentos de la clase, Fede salía del aula sin permiso y corría por todas partes. Su maestra y los directivos, visiblemente afectados, se quejaban porque interrumpía la escena educativa y se ponía en riesgo.
Durante varios meses intenté ayudar a Fede a volver al aula y a concentrarse en aquellas cosas que le interesaban, tarea que resultó exitosa algunas veces, y de a poco pudo empezar a escribir solo, y a leer y a jugar algunos juegos en los recreos con sus compañeros.
En uno de los últimos meses del año, la maestra planificó una excursión al "ACA (Automóvil Club Argentino). Luego de dudar durante días, resolvió incluir a Fede con los demás niños del grupo que concurrirían al paseo.
Era la primera vez que este niño iba a una excursión.
Su papá - que había permanecido sentado varios mese en el hall de la escuela - emocionado, lo despidió desde la vereda, junto a los demás padres, agitando su mano, mientras el micro se alejaba.
Le pedí a Fede que se sentara con un compañero. Se puso su cinturón d seguridad y transcurrió el viaje conversando y mirando por la ventanilla, tratando de descubrir si en el viaje pasarían por su casa.
Al llegar, bajó del micro con los otros chicos, corrió y se puso priemro en la fila.
El grupo pasó a un salón dondese sentaron y escucharon las explicaciones de una señorita.
Federico aprticipó muy activamente, preguntando sobre las señales y la ubicación de algunos lugares en un mapa.
Al finalizar, salió corriendo. LA maestra visiblemente preocupada y asustada, salió corriendo a buscarlo. Enseguida regresó: "Está ahí", me dijo sorprendida. A l oque le contesté: "Sí!!, le gusta ser el primero".
Los niños condujeron unos autos pequeños por sendas marcadas en unas callecitas al rededor de unas plazas, debiendo detenerse en los semáforos y acatar las señales. Luego tomaron un copioso desayuno que el personal del ACA les había servido en un comedor. Fede se quedó y pudo participar como todos, como uno mas.
LAs interrupciones y preguntas de Fede en clase fueron transformándose en parte de la escena educativa. AL poco tiempo la docente me comunicó que había decidido promocionarlo al tercer grado.

EStar solo en una fiesta... no es fiesta.


Lo que describo a continuación, ocurrió el día que la escuela celebraba su patrono.
Gustavo estaba muy nervioso, como suele ocurrir con aquellos alumnos que saben que estarán solos, que no cuentan con un familiar que venga a verlos.
En el recreo se agarró a trompadas con un compañero de séptimo y en la clase de tecnología insulto a sus compañeros de grado con palabrotas, incluso se ensañó con con uno de ellos. Justamente un niño aún mas desvalido que él, dirigiéndole frases muy hirientes, como: "Por lo menos, yo tengo papá".
Al terminar la clase, la profesora le pregunta si no seda cuenta que lo quiero ayudar y que por eso estoy ahí. Él responde que no quiere ayuda.
Llega el recreo y nos quedamos dentro del aula: Gustavo, un compañero y yo.
Él seguía inquieto.
Vuelve a echarme, su compañero le dice que me pagan por estar ahí, él repite que me vaya. Le contesto que de ahí no me muevo, que si quiere que salga él.
Comienza el acto y salimos al patio. Observo que una madre se le acerca y lo reta porque molestó a otro niño, me acerco y la señora pide disculpas...
Permanece tranquilo el resto del tiempo, y tras escuchar un silbido (no fue él) se da vuelta y me mira.
Después de esta escena Gustavo comenzó a pedirme ayuda en lo pedagógico.

El secreto está allí!!

Caminaba con Iván por un pasillo de la escuela, él no quería quedarse solo por ningún motivo, y me acompañaba a donde yo fuera.
En el medio del corredor había un balde con algo de agua, que había dejado la auxiliar mientras limpiaba.
Tomé impulso y salté, invitándolo a jugar.
Él responde caminando hacia el balde, pero cuando llegar, lo rodea.
Siento su frustración e impotencia.
El dolor de no poder.
Entonces le digo que el secreto está en "tomar impulso". Solamente eso. Tomar impulso, una mayor distancia y corta carrera para saltar.
Lo hizo. Una sonrisa enorme aparece en su cara, y repite varias veces el salto de un lado y de otro.
Aprovecho ahí para hacer un señalamiento. Si el síntoma de Iván es en el orden de la castración, algo del tener y poder se desplegó allí.
Creo que descubrió un recurso interno: Él también puede.

Un lugar en el mundo...

En todo momento, Juan dibujaba: autos, helicópteros, trenes...
Quedaba bien claro. Juan, se las arreglaba muy bien solo...
Solo con sus dibujos.
Los hacía en el banco, en el cuaderno, etc.
En cualquier lugar, y en cualquier momento.
Si se le llamaba la atención, construía una especia de muralla con todos sus útiles.
Todo esto hacía enojar a su Seño, porque en medio de cualquier situación, él comenzaba con sus dibujos o construcciones.
Luego de previo acuerdo con la docente, un día lo invito a salir, en medio de un revuelo provocado por él mismo.
Fuimos a una sala a trabajar juntos.

- Estuve viendo tus dibujos y la verdad... me encantan...". Atino a decirle.

Me mira con cara de asombro, y me pregunta si vamos a dibujar.

- Si, dale, aprovechemos este rato y este espacio, para que me muestres todo lo que tenés ganas de mostrar.

Y empieza, sin parar... dibuja y dibuja... sigue... helicópteros, autos, aviones... todo en una hoja grande que le había ofrecido.
Introduzco una pregunta: "A donde van?..."
Su cara de asombro y su silencio, me hacen pensar que como él, estos medios de transporte iban a algún lugar... Pero a dónde?. Mostrarían algo... Pero qué?. Qué no se puede parar?.
Entonces le ofrezco hacer una construcción, así como la que hacía en clase con cuadernos, libros lápices, y empezamos a pensar que a algún lugar estos autos, camiones, helicópteros y trenes, tenían que ir...
Decidimos encontrar juntos un lugar... Un lugar donde es posible llegar... y porque no, quedarse.

"El rinconcito de enojarse"


Las escenas se repetían... Mateo tiraba todo... no podía estar en ningún lugar, era todo... todo, una pura descarga pulsional... exceso de todo... de todo lo que no podía decir, pero que sí decía con el cuerpo.Hasta que decido llevarlo a un lugar (pedido y acordado de ante mano, con la dirección de la escuela), con colchonetas. Le marco un territorio y le digo: "acá si podés patear o patearme... acá si gritá más... más... que yo te escuche..."
Sus gritos eran ensordecedores... patadas piñas... "puta!!, sos una una hija de puta!!!"... llanto... mas llanto... "Dejame, dejame!!!"... mas llanto... y mas patadas... hasta que sale un llanto con la palabra:"maaaaaaaa...!!!!".Abrazo... calma.
Terminan las patadas... solo llanto... se calma.Ahora si tocabamos esa indeterminada línea enrte el amor y odio, bronca y necesidad... angustia y desbordes.

- Tomamos la leche? Pregunta Mateo.- Ahora si.
Así, medio abrazados, nos fuimos a sentar y a compartir con los compañeritos el desayuno.
Algunas de esas escenas continuaron repitiéndose, hasta que un buen día, ya no fueron necesarias las colchonetas... ni ese lugar... el de los desbordes... Cuando otro borde se logró.


jueves, 17 de septiembre de 2009

"El niño del pizarrón"


En una de las primeras veces que concurro a una escuela, un niño de siete años está durante el recreo dentro del aula.

Mientras hace como que escribe en el pizarrón, tira tizas a sus compañeritos cuando no lo ven.
Le digo que no lo haga más, porque puede lastimar a alguien. Se da vuelta y me dice:

- ¡¿Y Usted quién es?!
- La que sabe cómo tenés que hacer en la escuela. -Le contesto.

Este niño pasa varias semanas jugando y preguntándose quién es.