Carlos no logra engancharse ni responder al acercamiento de los otros.
Ni de adultos ni de sus compañeros. Se mantiene aislado, solo, tirado o deambulando.
En frecuentes charlas con la docente, voy introduciendo alguna pregunta:
- ¿Qué pasaría si Carlitos es convocado a participar con mas frecuencia?. Aún cuando sabemos que no puede responder...
La respuesta positiva de la docente fue inmediata. Preguntas dirigidas a él, hacerlo pasar al pizarrón...
- ¿Qué pasaría si se le pidiera otra postura cuando están en ronda, que no se quede tirado en el piso?. No tomando así como algo natural y aceptable para él, esa actitud de desparramarse y dejarse estar. Yo hago una parte, pero desde ella, tendría otro valor, le aclaro.
También esto empieza a instalarse aunque siento que cuesta un poco mas... A veces la maestra se lo indica: "sentate como todos los chicos"... "Carlos, ponete en la ronda!"... "Basta ya, terminó, guardá"...
Algunas veces, ayudo con algún gesto o mirada que cruzamos. Otras intervengo: "Carlitos, tu seño dijo algo, no lo estás haciendo, se va a enojar"...
En esas ocasiones, viene hacia mí y en secreto, al oido, me dice:
- "Ella me quiere".
- Si!, Ella te quiere... pero igual se puede enojar.
Al participar en el pizarrón dibujando el grupo de letras que forman la palabra martes (¿Por primera vez?) me dice:
- Viste cómo escribí!!!!! Te quiero mucho...
En el momento de la merienda juega a armar rompecabezas con las galletitas partidas.
- ¿Qué hay acá?, Un nombre!!
- Es la marca de la galletita.
- Lo hizo la seño?
- No quiero comer un nombre!
Luego haciéndole caso a su Maestra que lo invita a merendar, dice:
- Me voy a comer un nombre...!
Mantiene su interés en usar y jugar con las letras, escribir. Así es, que cuando tenían que dibujar sobre actividades y paseos realizados en vacaciones de invierno, Carlos iba y venía del pizarrón a su mesa copiando letras de palabras escritas por la maestra.
A la semana siguiente, segunda después de las vacaciones, la maestra me comenta que por primera vez, Carlos escribió su nombre, y que al día siguiente copió nombre y apellido y también dibujó montañas y un caballo en la tarjeta de invitación a la celebración de San MArtín.
La mamá no lo podía creer!!!... Cuenta la maestra emocionada.
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